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ARN, USAID y OIM impulsan reintegración comunitaria en ocho departamentos de Colombia
Tejer relaciones de confianza y respeto entre los colombianos después de un proceso de conflicto armado de más de 50 años de existencia, demanda una nueva mirada. Una mirada de comprensión del otro y la vida que enfrentó; sin juzgar, sin estigmatizar. Una mirada de reconciliación y de optimismo que conduzca a la construcción de un país en el que quepamos todos y en donde sea tranquilo vivir.
Esta es precisamente la tarea que, a través del Modelo de Reintegración Comunitaria (MRC), lidera actualmente la Agencia Colombiana para la Reintegración y la Normalización (ARN), con el apoyo del Programa de Reintegración y Prevención de Reclutamiento (RPR) de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y habitantes de barrios y veredas de Briceño y Turbo en Antioquia, Bucaramanga en Santander, Caldono en Cauca, Cali en Valle del Cauca, Granada en Meta, La Paz en Cesar, Tumaco en Nariño y Riosucio en Caldas.
“El Modelo es un proyecto que facilita espacios de comunicación y convivencia entre personas que pertenecieron a un grupo armado y la comunidad en donde viven o desarrollan alguna actividad económica o social. Así lo demuestran las 150 intervenciones que hemos realizado en estos últimos 11 años. Pretendemos que las comunidades receptoras faciliten la adaptación de los excombatientes a la vida civil y social, mediante estrategias que promuevan la convivencia, construcción de ciudadanía y reconciliación”, aseguró María del Pilar Ruiz Bravo, asesora de Comunidades de la ARN.
Según Camila Sabogal, gerente en reintegración social y comunitaria del Programa Reintegración y Prevención del Reclutamiento de la OIM «para Usaid y OIM es estratégico el fortalecimiento de los proyectos comunitarios como es el Modelo de Reintegración Comunitaria, con un enfoque territorial, donde nos interesa promover cambios en conocimientos, actitudes, creencias y prácticas asociadas con la reintegración de excombatientes; todo ello con la posibilidad de generar espacios de reconciliación y contribuir al fortalecimiento de las capacidades de las comunidades y de las instituciones locales».
En diversas regiones del país donde reside población reintegrada, que en los últimos 15 años suma 51.000 personas, son evidentes las acciones de rechazo en su contra; además de la estigmatización y la ausencia de espacios de interacción de los participantes del proceso de reintegración y las comunidades receptoras. Es precisamente en estos lugares a donde llega el MRC con procesos de formación en temas como convivencia, reconciliación, cultura ciudadana, democracia participativa, protección de la niñez y emprendimiento.
Posteriormente, los beneficiarios diseñan e implementan juntos un proyecto comunitario en cualquiera de estos tres ejes: asociativo (creación o fortalecimiento de organizaciones sociales), mejoramiento o dotación de espacios físicos o de emprendimiento productivo.
De esta manera, la ARN y sus aliados pretenden que la comunidad quede empoderada y fortalecida, con capacidad para gestionar y generar alianzas que aportan e impulsan la reconciliación social en todo el territorio.